La retinopatía diabética provoca una alteración de la microcirculación sanguínea, lo que da lugar a un deterioro de zonas específicas de la retina, a la muerte de células nerviosas y a un posible desprendimiento de la retina.
¿Qué es la retinopatía diabética?
La retinopatía diabética es una complicación grave de la diabetes que afecta a la retina, asociada a una disfunción de los vasos sanguíneos de la retina.
Los síntomas de la retinopatía diabética
En las etapas iniciales la retinopatía diabética no se acompaña de síntomas evidentes, ya que las primeras zonas de la retina que se ven afectadas por alteraciones vasculares son las periféricas. A medida que la patología avanza, la región macular se ve afectada, con el consiguiente deterioro de la agudeza visual y la posible aparición de los siguientes síntomas en diferentes situaciones cotidianas:
- Percepción de manchas o hilos oscuros delante de los ojos (miodesopsias), especialmente sobre fondos claros y en ambientes muy iluminados;
- Durante la lectura, el uso del ordenador o los desplazamientos en general, la visión es borrosa;
- En las actividades cotidianas pueden producirse perturbaciones en la percepción de los colores (discromatopsia), así como la aparición de “zonas de sombra”, con pérdida de la agudeza visual.
¿Cómo se ve con la retinopatía diabética?
La Retinopatía Diabética provoca el desarrollo de zonas sin visión con forma de “manchas de leopardo”, que pueden producirse gradualmente o como resultado de pequeñas hemorragias.
Retinopatía diabética: las causas
La retinopatía diabética es una de las causas más importantes de baja visión y ceguera en los países desarrollados (el 14% de las personas con discapacidad visual según los datos de la OMS).
El primer desencadenante de la retinopatía diabética es la diabetes que, si no se controla, provoca un crecimiento anormal de los vasos sanguíneos débiles, con menor capacidad para transportar oxígeno a los tejidos de la retina.
La probabilidad de aparición de la retinopatía diabética aumenta a medida que aumentan los años que se lleva padeciendo diabetes. Después de 20 años de convivencia con la enfermedad, el 70% de los sujetos desarrolla retinopatía.
Las etapas de la retinopatía diabética
Existen dos etapas en la retinopatía diabética, llamadas retinopatía diabética temprana (también retinopatía diabética no proliferativa [NPDR]), que puede clasificarse como leve, moderada o grave, y retinopatía diabética avanzada (también retinopatía diabética proliferativa [PDR]), que se identifica como la forma más grave.
Retinopatía diabética temprana
La retinopatía diabética temprana conduce, a medida que la enfermedad avanza, al debilitamiento de las paredes de los vasos sanguíneos, con la posible aparición de microaneurismas, que pueden provocar hemorragias o edemas (acumulación de líquidos) en la parte central de la retina (mácula).
Retinopatía diabética proliferativa
En la retinopatía diabética proliferativa, los vasos sanguíneos situados en la retina están sujetos a un crecimiento anormal, estimulado por la formación de zonas isquémicas en la retina. Esto puede llevar a un desprendimiento de la retina o a una acumulación de líquido que, al aumentar la presión ocular, puede causar el glaucoma.
Retinopatía diabética: tratamientos
Para limitar la posibilidad de la aparición de la retinopatía diabética, la primera solución que se debe adoptar es la prevención. El principal factor de riesgo es, de hecho, el grado de descompensación de la diabetes: es decir, el valor de la glucemia y las fluctuaciones diarias (diferencia entre el máximo y el mínimo). Por lo tanto, es de suma importancia comprobar el nivel de azúcar en la sangre periódicamente.
En el caso de los diabéticos, es esencial realizar controles periódicos del fondo de ojo -incluso en ausencia de síntomas- y someterse a exámenes específicos (como la fluorangiografía y OCT) para evaluar la posible aparición de la enfermedad.
En caso de que se desarrolle un derrame de sangre en el tejido de la retina, la terapia utiliza los mismos preparados utilizados para la maculopatía (o degeneración macular senil), aplicados mediante inyecciones intraoculares.
La producción de nuevos vasos y tejidos en las zonas isquémicas puede conllevar el riesgo de desprendimiento de la retina y la consiguiente necesidad de una cirugía de emergencia.